jueves, 17 de julio de 2008

Cuando levantar la mano no es dividir

(Por Diego Bogarín)

La concertación plural planteada por el Frente para la Victoria que posibilitó el enroque del matrimonio Kirchner en la presidencia, está pasando su prueba más difícil. Antes de la madrugada decisiva, sólo los discursos y el armado de las listas evidenciaban la convivencia ideológica en el seno de la plataforma partidaria. Ahora es el momento de demostrarlo en la práctica.


El mensaje político que se lee en la disidencia del vicepresidente Julio Cobos con respecto a la iniciativa planteada por Cristina Fernández de Kirchner en el Senado, no tiene por qué ser necesariamente un Tedeum a la Democracia. Ni mucho menos.


El proyecto legislativo que pretendía validar la Resolución 125 de retenciones móviles, no fue desestimado sólo porque Cobos en la titularidad de la Cámara Alta votó de manera negativa. Antes, la medida enfrentó intereses disímiles que proponían modelos distintos de país; antes, los actos y movilizaciones demostraron que la sociedad había perdido el miedo a manifestarse con bombos o cacerolas; antes, los 72 senadores que representan los estados provinciales debieron polarizarse y, antes, mucho antes, también los intereses mediáticos debieron apostar sus fichas en este juego de poder.


Plantear una disyuntiva Cobos-Cristina es simplificar rozando la hipocresía, también lo sería hacer de cuenta que lo que pasó fue solo una sesión más de la democracia argentina. Buenos y malos se quedan en historietas o tiras de ficción, pero la realidad tiene actores mucho más complejos que cargan con historicidades y proyectos que no siempre son contenidos dentro de una estructura política y menos si es sólo electoral.


Provenientes de espacios diametralmente opuestos -Cobos del radicalismo y Cristina del justicialismo -, el mismo tono de su discurso ya manifiesta las claras y particulares actitudes de uno y otro, sin mencionar las diferencias de género que no es un dato a menospreciar. Por lo tanto esbozar pronósticos de renuncia o vislumbrar “crisis” en cada diferencia de criterio es estructurar sobre una concepción equivocada de la democracia.


Democracia no es levantar la mano en una banca, hacer uso de la cadena nacional o licitar mega-emprendimientos calificados como “obra pública”. Democracia no es sólo votar cada determinado tiempo, debatir en asambleas o hacer lo que la mayoría dice. Democracia también es discusión, es enfrentamiento de ideas e intereses y, para esto, hacen falta todos. Incluso -y hasta más aún- los que piensan y opinan diferente.