jueves, 16 de abril de 2009

No sé que pasa en Reconquista


(Por Diego Bogarín.)

Sepan disculpar mi ignorancia, pero hasta hace poco yo sabía donde estaba Reconquista o eso creía: creía que estaba en la próspera Argentina que imaginaba al escuchar los discursos y no donde la vi hoy por la tele; o quizás peor aún: no sabía que hay dos ciudades que co-existen: una en la página web del gobierno con fotos y todo y otra disimulada dentro de la polvareda que levanta el viento chaqueño, atadas ambas por su heroico nombre; son dos distintas y, a la vez, se disputan en medio de la tensión de diferentes provincias: la Santa Fe del Norte y la del Sur. Sepan disculparme, pero me nutro de lo que me informo y de lo que me enseñaron en la escuela. No tengo tiempo para más. Tengo que trabajar.

Sepan disculpar mi incomprensión, pero hasta hace poco creía que los wichis no eran piqueteros, o viceversa; pero hoy la tele me dijo que los aborígenes -sí, aborígenes- estaban cortando con un piquete en esa zona del chaco santafecino las vías del tren que tenía como destino Tartagal para llevar ayuda a los perjudicados por los últimos aludes que creo fueron consecuencia de desmontes –“legales”- feroces, o algo así... una vez escuché algo de eso, pero no sé en qué quedó. No tuve tiempo para escuchar bien. Estaba preparando mi almuerzo.


Por favor, disculpen mi curiosidad, pero quiero preguntar: ¿cómo se resuelve esto? O quizá la pregunta sea: ¿se resuelve esto? Comunidades históricamente -permiso: HISTÓRICAMENTE- silenciadas están encontrando nuevas -y aggiornadas a la Argentina último modelo- formas de manifestarse. “¿Hace falta que mueran varios por un desastre natural para que nos atiendan también a nosotros?”, preguntaba una wichi abuela –si me permite la expresión-. Abuela: hace Siglos los pueblos están inmersos en un desastre que, a esta altura, ya es natural. Meta pa delante nomás con lo suyo que yo tengo que salir un rato.

Puf, seré reiterativo, pero pido disculpas por mi intromisión. “Tenemos que aprender a compartir”, escuché que dijo una señora entrada en años con rasgos collas desde la lejana más lejana ahora Tartagal, aceptando de alguna manera que sus ¿compatriotas? accedan a parte del botín ferroviario. No entiendo bien a esta gente: ¿cómo se puede compartir sin tener algo? La lógica no está jugando a mi favor, pero tiene razón doña: tenemos que aprender a compartir. Empiece usted que el resto de los ¿argentinos? tenemos que cambiar un rato de canal.


No quiero cansarlo, pero, si corresponde, pido disculpas por mi ignorancia. Ignoraba que hay personas cansadas de esperar el tren, agotadas de mirar -sólo mirar- la vida, extenuadas de perder sus vidas. Ignoraba que la atención se vuelca sólo sobre quienes devuelvan a la sociedad la misma violencia que la sociedad les presenta en los contrastes sociales –en los que, obvio, son los menos favorecidos-. Ignoraba que en una provincia con gobierno demócratasocialista tampoco la copa se derrama –desenlace infinitamente postergado en la película neoliberal- y que en un país con gobierno progresista tampoco lo urgente es lo importante ni -menos aún- lo inverso. Ignoraba que a veces me intereso por temas así, están interesantes, pero lástima que ya no se pueda hacer nada por cambiarlos... ¿o si?

No sé qué pasa en Reconquista. Pero ahora quiero saberlo y ya no pedir perdón por la ignorancia, sino por la indiferencia; ya no por la incomprensión, sino por la intolerancia; ya no por la curiosidad, sino por mis respuestas; ya no por la intromisión, sino por la tardanza. En definitiva, por aquello que me hacía ver razas donde hay humanos y por lo que me hacía creer que todo pasaba lejos, hasta que pasó acá nomás, en la ciudad que ahora puede hacer gala de su nombre.