domingo, 13 de septiembre de 2009

Lo importante y lo urgente

(Por Diego Bogarín.)

En estos días, he escuchado posturas que acompañan el nuevo proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y otras que gritan en titulares que esta ley-mordaza pronto nos afectará a todos –aunque en realidad desconozco a qué “todos” se refiere y tampoco sé a qué “nosotros” hacen referencia-. Con fines meramente metodológicos –como aprendemos en los espacios formales de educación- voy a dividir esta ponencia en dos aspectos: una primera construcción teórica y una segunda parte, netamente experiencial. Ambas breves.
Digo más: voy a aprovechar que mi mesa del “monoambiente-alquilado-de-estudiante-universitario-del-interior” tiene más apuntes y manchas de yerba mate que monedas para el transporte urbano y construiré un concepto más complejo con la ayuda de autores y especialistas en estos campos.


Estudiar Comunicación Social me ayudó a pensar la comunicación a la vez como una meta y un proceso de construcción y reconstrucción dialógica y social de sentido sobre bienes simbólicos y culturales. Otro tipo de definición no se ajustaría al término: no todo comunica ni hay ruidos a eliminar dentro de algún sistema comunicativo. Somos actores, productores y constructores en estos escenarios, no meros sujetos sujetados por la realidad.

Vale agregar: los medios mediatizan el proceso comunicacional, mas esto no implica que sin medios no haya comunicación. Aunque hay que reconocer que, dentro de los complejos entramados sociales –o ecosistemas comunicativos, como diría Martín Barbero[i]-, los medios han dejado de ser factores de presión para ser actores políticos de poder, desde el momento –o en los momentos- en que los ciudadanos comenzaron a atribuir a las empresas mediáticas funciones de ejecución y sanción de orden, control y justicia (cuasi-sinónimos en este contexto).
Tomo la definición de María Cristina Mata para sostener que la política es la práctica de articulación de intereses y definición de propuestas, a través de una lucha simbólica –y no tan simbólica- por un espacio de reconocimiento y diferenciación, conscientes[ii]. Entendemos entonces mejor lo sostenido anteriormente: “en los medios se hace y no sólo se narra la política (…). Y entonces, más que objetos, la tecnología y la comunicación constituyen hoy un campo primordial de batalla política[iii].


Pierre Bourdieu[iv] sostiene que la opinión pública no tiene existencia propia ni como la muestran las encuestas de sondeo, propone más bien entenderla como un encolumnamiento detrás de fuerzas que disputan espacios de poder a partir de varios factores, pero entre ellos resalta la compatibilidad de intereses defendidos.


Guillermo Orozco Gómez nos permite ampliar estos conceptos: “El fortalecimiento de prácticas sociales -autónomas y democráticas- y especialmente de la comunicación, producto y componente de ellas, es uno de los mayores desafíos que actualmente enfrentamos (…). Y dado que las prácticas no se despliegan en el vacío social e histórico, el desafío es, entonces, crear, ampliar y fortalecer los ‘escenarios para el diálogo’ desde donde se revitalicen los procesos comunicativos”[v]. Esos escenarios para el diálogo –desde la concepción propuesta por Freire, “no bancaria”- son los medios de comunicación audiovisual, entendiendo la comunicación como lo propone Jorge Huergo: no como un objeto constituido, sino como un objetivo por lograr.

Paso ahora a la parte experiencial, lo que acarreará una drástica y casi dramática simplificación del lenguaje y los conceptos. Esto por varios motivos.
Uno. Vinculado a la radio. Mi experiencia aún no es amplia: apenas llevo algunos pocos años viendo desde adentro pequeñas FMs clandestinas ser despojadas de sus equipos por no legalizar sus frecuencias. En Misiones -tierra hermosa y sangrante que me ve nacer y crecer-, deben existir al menos medio millar de radios de baja frecuencia, aunque sólo alrededor de 2 de cada 10 -quizá menos- cumpla la normativa vigente.
Dos. Vinculado a la televisión. Me crié viendo “El chavo del ocho” en portugués y “La mañana del 7” en guaraní a través del Sistema Nacional de Televisión paraguayo. Estoy apenas re-conociendo lo que significa la injerencia de los grandes grupos multimediales en las decisiones políticas, pues en Misiones al menos hasta hace 4 años el único canal argentino de aire era el 12, propiedad del Gobierno –no del Estado: del Gobierno- misionero. Entonces, a diferencia de lo que sucede en esta burbuja metropolitana, porteña y centrípeta, el noticiero se encargaba de justificar las acciones gubernamentales, no de criticar. Abro un paréntesis aquí: en este caso, un medio sostenido por el aporte del Estado no significó democratización de la información ni mucho menos, así que no hay que fiarse de que la televisión pública necesariamente y per-se signifique pluralidad. Cito por un momento una de las frases más reconocidas de Chomsky: “Si crees en la libertad de expresión entonces crees en la libertad de expresión para puntos de vista que te disgustan (…). Por ejemplo, Goebbels estaba a favor de la libertad de expresión para los puntos de vista que compartía, igualmente Stalin. Si estás a favor de la libertad de expresión, eso significa que estás a favor de la libertad de expresión precisamente para los puntos de vista que no compartes, de otra forma, no estarías a favor de la libertad de expresión”[vi]. Todo una tematización aparte significaría explicar las consecuencias de la burocratización de ese medio en particular, insisto, con el interés de atender y entender que un canal estatal no necesariamente es un canal plural.
Tres. Vinculado a la plataforma virtual. Sé que cuesta pensarlo, pero con esfuerzo podrán los presentes imaginarse: en los pueblos del interior de Misiones, la internet no es cuestión cotidiana. Lo que reaviva la cuestión de la desigualdad no sólo en la producción de contenido, sino inclusive en el acceso al medio.
Cuatro. Vinculado a los medios gráficos. No era habitual en mi casa tener el diario más que los domingos, por lo que poco podíamos depender de ellos para tomar las decisiones cotidianas. Y volvemos al tema de la inaccesibilidad al medio.

Por lo mencionado en estos puntos, presento cuatro aportes rápidos e inmediatos:
*Las zonas de frontera deben ser prioritarias –de hecho y no sólo de discurso- en la adjudicación de frecuencias y regularización de los medios de comunicación, pues son áreas de gran vulnerabilidad cultural en las que la globalización se sigue pareciendo a la invasión cultural.
*Los medios virtuales deben ser puestos al alcance de todos. Con ello quiero decir que no sólo deben llegar a los puntos más alejados de esta Gran Ciudad, sino que también deben ser accesibles para quienes habitan esos lugares. Eso también es distribución de la riqueza.
*La nueva ley no debería sólo prestar atención a las licencias y concesiones, sino también y en igual medida a los contenidos que llenen los espacios inter-publicitarios de las empresas mediáticas.
*Los trabajadores, comunicadores, periodistas, locutores y técnicos son quienes constituyen los medios y deben ser protegidos y privilegiados por la ley.


A modo de anexo concluyente:

Entiendo que toda norma que sea discutida por quienes se someterán a ella es más completa que aquella dictada por grupos concentradores de poder. Pero, para ello, es necesario que los aportes mencionados en estos espacios sean tenidos en cuenta. Quiero decir: no alcanza con audiencias públicas aunque ellas sean necesarias: urge además que los aportes sean considerados, de lo contrario, ustedes, yo y cada uno de los anteriores disertantes sólo habremos perdido el tiempo, en lugar de estar mirando la televisión.


...


[i] Martín-Barbero, Jesús; Razón técnica y razón política: espacios tiempos no pensados; Ciencias de la Comunicación, Nº1, Sao Paulo, 2005.
[ii] Mata, María Cristina; Entre la plaza y la platea; Revista Política y Comunicación, Catálogos, La Plata, 1992.
[iii] Idem 1.
[iv] Bourdieu, Pierre; La opinión pública no existe; en Voces y Culturas, Revista de Comunicación, Nº 10, Segundo Semestre, Barcelona, 1996.
[v] Orozco Gómez, Guillermo; Comunicación y prácticas sociales: Las prácticas en el contexto comunicativo; Revista Latinoamericana de Comunicación Chasqui, Nº62, 1998.
[vi] Documental, Elaborando Aprobación: Noam Chomsky y los Medios; 1992.

2 comentarios:

Facu Roldan dijo...

qué lindo leerlo compañero.
Tendría que estar estudiando, pero colgué leyendo vuestra columna.
Completita completita. Además del contenido, el cual comparto, me gustó la estructura che.
Bueno cumpa, me voy a seguir con los libros, pa ver si alguna vez puedo pegar el grito y decir que soy Comunicador Social, con legitimidad académica. jeje

Un abrazo grande.
Facu Roldán

Matías Rosciszewski Cortés dijo...

que haces locu y futuro colega periodista.... como andas che? todo bien? espero que si....
me alegro que estes a pocos pasos de recibirte... sos bueno escribiendo...la estructura argumental es coherente...
EXITOS!
NOS VEMOS CUANDO TE PEGUES UNA VUELTA PARA POSADAS

ABRAZOS

MATIAS ROSCISZEWSKI CORTES